Ecos de lo efímero

¿Qué es la vida sino algo efímero? Nada permanece siempre. Pensamientos, sentimientos, sensaciones... Apenas podemos dejar más que algunas huellas de ellos, esperando ingenuamente que duren algún tiempo, mediante dibujos, fotografías... Palabras... Creemos que permanecerán intactos de esa forma, pero realmente lo único que quedará será el recuerdo de esos pensamientos, sentimientos y sensaciones. Por muy reales que sean las fotografías o los dibujos, que te muestren una porción de la realidad tal y como la recuerdas, por muy vivaces que sean unas palabras, que te hagan revivir un momento, una sensación o un sentimiento, o simplemente que te transporten a una realidad completamente distinta haciéndote reír o incluso llorar... No son más que meros restos de vivencias. Ecos, por así llamarlos.

Pero ante todo eso yo digo algo. ¿Qué importa que la vida sea efímera, que no haya dos momentos iguales, ni siquiera dos sensaciones iguales? ¿Qué importa que un dibujo, una fotografía o un escrito sea sólo el recuerdo, el eco de algo pasado -o simplemente de algo distinto-? Todo es efímero, nada permanece siempre. Bueno, y ¿qué más da? Eso sólo nos demuestra que cada momento es único, pero eso no es malo. Simplemente debemos aprender a vivir todos y cada uno de los momentos de nuestra vida como se merecen. Y cuando ya no existan, no atormentarnos, pues siempre quedarán otros distintos. ¿Y qué hay de malo con los ecos de lo efímero? Nada. De hecho, es lo más bonito que puede existir, después del momento que representan en sí mismo. Y si esos ecos pueden hacerte reír o incluso llorar, transportarte a una realidad distinta, y dejar volar tu imaginación durante unos minutos... Merece la pena.

Yo he elegido la última parte. Transportarte a un mundo alternativo, una realidad tan similar pero tan distinta a la que vives. Acercarme a tus sentimientos y sensaciones y casi jugar con ellas, haciéndote ver lo que yo veo, sentir lo que yo siento… Reír cuando yo río y llorar cuando yo lloro. Pero no sirviéndome de recuerdos, no sentimientos ni sensaciones pasadas (no siempre, al menos). Sólo un mundo distinto, una realidad a veces mejor y otras no tanto. Simplemente... Jugaré con los ecos de lo efímero. Y si consigo mi cometido, seré feliz.